El trasplante es un “episodio traumático” para una planta pero necesario para su desarrollo. Si ya hemos decidido trasplantar nuestro ejemplar, habrá que hacerlo con mucho cuidadito para no dañarlo más de lo estrictamente necesario:
¿Qué contenedor elegir?
El que queramos, pero siempre, siempre, siempre, SIEMPRE con agujeros de drenaje. Y cuanto más grandes, mejor. No te preocupes por que pueda salirse la tierra. Nos ocuparemos de ello más adelante. ¿Te has enamorado de un recipiente sin drenaje? Pues no sirve para plantas, lo siento. Pero puedes trasplantar tu planta a una maceta de plástico ligeramente más pequeña que el precioso recipiente del que te has enamorado y situarla dentro del mismo, pero habrá que tener cuidado al regar para que no se acumule agua en el fondo.
Respecto al tamaño, ha de ser un poquito más grande que el antiguo (aproximadamente 4 ó 5 cm más grande en diámetro) pero no demasiado, para evitar posibles problemas de encharcamiento donde no lleguen las raíces de la planta.

¿Cómo trasplantar?
- Un día o dos antes, es recomendable regar la planta, pues suele ser más fácil trasplantar cuando el sustrato tiene cierta humedad.
- Si vamos a reciclar una maceta de otro cultivo, tendremos que limpiarla bien antes para evitar el posible contagio de plagas y enfermedades.
- Colocamos una malla de plástico fina, un filtro de café o algo similar en el fondo del nuevo recipiente para evitar que se salga la tierra pero no entorpecer el drenaje. Si los agujeros de la maceta no son excesivamente grandes, podemos omitir este paso. Por cierto, olvídate de colocar una capa de grava o piedrecitas al fondo de la maceta, ya que no ayudan al drenaje y sólo sirven para ocupar espacio (y ya hay poco espacio de por sí en una maceta).
Presionar suavemente. - Ponemos una capa de sustrato en el fondo y la compactamos un poquito, pero ¡sin pasarnos! Medimos la altura a la que quedaría la planta colocando la maceta antigua encima de la capa de tierra que hemos colocado y añadimos o quitamos sustrato para dejarla a la altura perfecta.
Comprobar que la altura es correcta. - Ha llegado el momento de sacar el cepellón de la maceta antigua. Hay que tener mucho cuidado para no dañar el sistema radical. Este paso requiere unos sub-pasos…
- Situamos una mano sobre la superficie de la tierra dejando pasar las hojas de la planta entre nuestros dedos, pero sin apretar ni tirar de ella y le damos la vuelta a la maceta.
- Si la maceta es de plástico, la apretamos un poco con la otra mano para despegar el cepellón de las paredes de la misma. Si es de terracota o algún otro material “no estrujable”, le daremos golpecitos en la base, o golpearemos secamente el borde de la maceta contra el filo de una mesa o similar.
- Si todo esto no funciona, podemos intentar utilizar un cuchillo que corte poco o una espátula, para intentar separarla de las paredes de la maceta, pero habrá que tener mucho cuidado para no estropear las delicadas raíces.
- Si, aun así, seguimos sin poder sacarla, es el momento de ponerse serio y destruir el contenedor. Situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas :0
- Nota: si la planta es enorme, quizá no podamos darle la vuelta por completo. En este caso, necesitaremos ayuda para poner la maceta de lado sin dañar la planta y, con una herramienta (espátula, cuchillo, pala…), separar el cepellón de la pared de la maceta.
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¡Así de fácil!
- Una vez que tenemos el cepellón en la mano, a mí me gusta “aflojar” y “soltar” las raíces un poquito con los dedos, para deshacer nudos y enrollamientos y que puedan seguir creciendo cómodamente en la nueva maceta.
- Las raíces son de un color pardo clarito, prácticamente beige. Si vemos raíces blandas, de color muy oscuro o que huelen mal, es recomendable cortarlas, pues se trata de partes enfermas o podridas que no realizan función de absorción alguna.
- Ahora, metemos la planta en la nueva maceta y rellenamos los espacios libres con más sustrato y compactando poquito.
- Finalmente, a mí me gusta regarla un poco para que se asiente el nuevo sustrato y añadir un poco más si fuera necesario. No obstante, si hemos cortado raíces o estamos trasplantando una planta propensa a la putrefacción radical, quizá sea mejor esperar una semana antes de regar para evitar que se pudran las raíces que se hayan lesionado durante el proceso de trasplante.
- Tras el trasplante, debemos dejar que la planta se recupere del estrés durante unos días en un lugar bien iluminado y sin sufrir temperaturas extremas. Además, será recomendable esperar unas semanas antes de abonar o fertilizar para evitar quemaduras en las raíces lesionadas.

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